Caminante no hay camino....: Cusco, de camino a Machupichu

sábado, 3 de enero de 2009

Cusco, de camino a Machupichu

Panama (vista aerea) 2006

Barranco, lima, Peru.

La ciudad del Cusco ( quechua: Qusqu ), o Cuzco en otros países de habla castellana, es la capital del departamento homónimo del Perú. Fue capital de Imperio Inca y es la capital histórica
Está situada en la sierra sur del país. Cuenta con trescientos mil habitantes aproximadamente. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1983 por la UNESCO.

Catedral de Cusco

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Caminante...son tus huellas el camino...

Acababa de iniciar mi tan esperado viaje a Machupichu, al fin se concretaba la espera de años. Aterrizamos en Panamá para una escala técnica, no me dejan salir ni a fumar siquiera, pero adiestrada ya al no desespero, adecuo mi mente a que tan solo a unas horas ya podré deleitarme aspirando el humo de mi cigarrillo. Recuerdos despiertan en mi esta estancia en Panamá. Viví por un año en esa ciudad y el recuerdo de muy buenos amigos afloran a mi mente. Me hubiera gustado llamar a todos y cada uno de ellos, pero ni tenia los números de nadie, ni podía salir de aquel recinto. Me sorprendió el alto costo de los artículos en venta allí, por lo que decidí quedarme quieta mirando cuanta tienda se me cruzaba en el camino hasta que me llamaron a abordar el avion rumbo a Lima, donde me encontraría con mis compañeros de viaje, ellos venían de Pathrum, Nevada y habíamos acordado Lima como punto de reunión para iniciar nuestro viaje a Machupichu.

Al andar se ve la senda...

Casi a la medianoche llegué a Lima, la primera sorpresa ya me estaba esperando justo en el aeropuerto. Mis amigos de Pathrum no los veo por ninguna parte, por más que busqué y miré por todos lados, hasta que por fin me animé a preguntar, convencida de que no estaban. Allí me informaron que el vuelo fue retrasado, el próximo no llegaría sino hasta las 4 de la madrugada. Me calló un cubo de agua fría. Sola, en Lima sin conocer a nadie y sin saber a donde ir. Decidí esperar en el aeropuerto, pero hasta las 4 de la madrugada era bastante tiempo y si no llegaban en ese vuelo?. Y si venia en el siguiente que llega a las 7 y 30 de la mañana?. Salí al andén con la esperanza de que el vientecillo nocturno me animara a una decisión. Me paré junto a una puerta, encendí un cigarrillo y mientras pensaba que era lo mejor para mi, según instrucciones precisas, era necesario andar muy cuidadosa y atenta ya que podría ser presa fácil para estafadores limeños. Un taxista se me acercó, atento y dispuesto a ser el transporte que me llevara a mi destino. Me hizo una primera propuesta y fue denegada, me hizo la segunda y también fue denegada, luego vino la tercera, la cuarta, la quinta y a la séptima decidí aventurarme y que Dios pusiera su mano, le di la dirección del hotel donde me hospedaría y emprendimos el viaje, a mitad de camino me di cuenta que no había taxímetro, "como me cobraría?", pensé. Al llegar al hotel, él, muy atento no solo me bajó mi escaso equipaje con ruedas sino que me lo llevó hasta el lobby del hotel. Cuanto es? le pregunté temerosa. A lo que el taxista contesto: Treinta dólares. Treinta dólares!, me parece una barbaridad tratándose de Lima, pero se los pagué. Luego le pregunte al del front desk el precio real de esa carrera y me dijo que eran entre $8 y $10. Ya de entrada me había timado.

primera noche en Lima

Subí a mi cuarto y allí me recibió una imagen de una Madona de Miguel Ángel que llamó mi atención porque casualidad o sincronicidad me había tocado viajar con un niño de Miami a Panamá, otro niño de Panamá a Lima y en el aeropuerto un niño de un año o menos clavó en mi sus ojos azules que hasta tuve que cargarlo. Precioso niño y por supuesto nunca supe pq me miraba de esa manera. Me dormí. Ya casi amaneciendo llego Oscar y el resto de la cominitiva formada por dos personas mas, Mariam y un shaman de la zona oeste de Estados Unidos cuyo nombre no recuerdo.

Al día siguiente ya un poco más descansados salimos a buscar el té de coca que nos habían recomendado como antídoto para la altura. En Lima pasamos tres días, fuera de la belleza de esa ciudad construida a orillas del Pacifico y la visita que hicimos guiados por Alfredo un superagente de turismo, al Country Club de Lima, un lugar de estilo colonial construido con maderas preciosas de una belleza sin limite, reservado para la High Class limeña, nada mas relevante ocurrió.Después de unos días viajamos a Cuzco.

En Cusco

Llegamos a Cusco alrededor de las 7 de la mañana de un sábado. Al salir del aeropuerto a buscar el taxi que nos llevara al hotel, una marejada de personas (vendedores) aguardaban la salida de los "turistas" para ofrecerles sus estancias y excursiones, era como si los trescientos mil habitantes de Cusco estuvieran buscándose la vida alli. Me dio pena y al mismo tiempo me sentí invadida por la barahúnda de personas conglomeradas en el lugar, hasta me llamaban por mi nombre, pq al parecer alguna de las gestiones que hicimos desde Lima por un hotel ya habían pasado la información a Cusco y nos esperaban afuera, fue difícil atravesar la compacta masa de vendedores, como si el principal medio de vida de la sociedad cusqueña fuera el turismo, todos con una mejor oferta.
Por fin logramos atravesar la marejada de personas y tomamos un taxi rumbo al hotel, una casona vieja de estilo colonial, hecha con piedras y adobe. Una vez allí nos instalamos y pasamos el día tomando te de coca y durmiendo, tal como nos habían recomendado, para darle tiempo al cuerpo a aclimatarse y no padecer el soroche, que no es otra cosa que el mal de altura, horroroso, la gente se pone verde. Salimos por un momento a comer algo, a duras penas, casi ni caminar podía, todo se vuelve mas lento, como si al avanzar se librara una batalla contra los elementos. No mas terminar de comer regresamos a nuestros aposentos a seguir descansando, para poder enfrentar la nueva situación geográfica al día siguiente.

Al entrar a la plaza un grupo de niños se me abalanzo pidiéndome monedas, yo traía algunas moneditas y les di, eso provoco que salieran niños de todas partes, a mi!, a mi!, a mi!, gritaban todos, hasta un niñito que iba colgando de la espalda de la madre, así cargan a sus crios los indígenas, apenas podía hablar, pero ya sabia pedir, con su vocecita tenue y su lenguaje enredado me decía a mi! a mi! a mi!. Vi de todo, me asuste, nunca me había visto tan acosada por tantas personas al mismo tiempo, se me agotaron las moneditas, por lo que uno de los niños lo que se llevaba era una tierrita insignificante, pues mirándome con cara de decepción me grito algo que significaba; esta mierda!. Pues si esta mierda, pero claro todos nos ven como turistas y como turistas fuimos tratados, a pesar que mi propósito de viaje no era exactamente turístico en el sentido común de la palabra, hay una diferencia entre turista y viajero, yo me considero lo segundo, pero en Cusco no veían la diferencia, para ellos todos éramos turistas japoneses.

Dando una vuelta

Por fin el domingo salimos a dar una vuelta por la Plaza mayor y a presentarnos a aquella hermosa ciudad antigua con sus calles y paredes de piedras perfectamente empastadas una con otra, por todo el trayecto vendedores de todo tipo interceptan el camino, que carteritas, que si ponchos que si chunches de todo tipo afloran a la vista y todos con cara de “cómprame a mi”.
En la noche fuimos a comer a una tratoria cercana, en el camino me cruzó una niña de unos 9 o 10 años, vendía carteritas de artesanía confeccionada por ellos mismos, no puedo negar que me sentí conmovida ante la presencia de aquella criatura que apenas levantaba medio metro del suelo y ya estaba ganándose la vida en la calle.- Estudias?, le pregunte,- Si por el día voy a la escuela, me respondió,Y allí mantuvimos una animada conversación, la invité a cenar y ella acepto, solo helado pq comida no quiso, objeto que ella no podía aceptar comida, sin más explicación. Durante la cena, en la mesa, me propuso que fuera su madrina y es que ella quería un vestido blanco hermoso para su primera comunión. Una vez más pude constatar que los indígenas son el eslabón mas débil de una cadena de políticos ladrones, típico de América Latina y del mundo.

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